viernes, 5 de septiembre de 2014

El gigante de las Pampas argentinas

Sin duda alguna, una de las máximas figuras de la literatura hispanoamericana, tanto en prosa como en poesía, lo fue el argentino Jorge Luis Borges.

En México es inolvidable la ocasión en la cual Vicente Fox como presidente de México, posiblemente en un afán de presumir aquello de lo que carecía, se refirió a Jorge Luis Borges como José Luis Borgues; esto es, equivocándose en el nombre de pila y pronunciando la “g” como se pronuncia en la palabra “amigo”, en lugar de pronunciarla como una “j”, esto es, como se pronuncia en la palabra “ángel”, o sea pronunciándolo como Borgues, y esto lo hizo ante el Rey Juan Carlos en un Congreso de la Lengua Española celebrado en Madrid en 2002. Posteriormente el mismo Vicente Fox le otorgó un Premio Nobel que hasta la fecha el ya difunto Borges no ha recibido, todo lo cual le propició a Vicente Fox un alud de críticas en las redes sociales en virtud de que se trataba de uno de los literatos más famosos del mundo de habla hispana y no de cualquier desconocido (y aunque se hubiera tratado de un desconocido, el apellido Borges es un apellido común que cualquier persona debería poder pronunciarlo correctamente, más tratándose del máximo Ejecutivo); quedando mal parado como un ranchero simplón e inculto de Guanajuato que llegó a la presidencia de México no por altos méritos personales sino por azares del destino aprovechándose de una época en la que el pueblo de México estaba más que ansioso de sacudirse y quitarse de encima un monolítico sistema unipartidista que bajo una falsa fachada de democracia se había entronizado en el poder por espacio de siete décadas instalando monarcas sexenales absolutos con facultades cuasi-imperiales. Lo menos que esto demuestra es que el tratar de presumir en actos solemnes de una cultura que no se tiene puede resultar contraproducente, y es mejor quedarse callado y dejar pensar que los demás crean que uno es un tonto, que abrir la boca y removerles la duda.

La mejor manera de honrar a un poeta es leyéndolo, y con esto en mente daremos lectura al siguiente poema de Jorge Luis Borges, cuya lectura por sí sola revela la temática de los versos.




Milonga del forastero
(De Historia de la noche, 1977)

La historia corre pareja
La historia siempre es igual;
La cuentan en Buenos Aires
Y en la campaña Oriental.

Siempre son dos los que tallan,
Un propio y un forastero;
Siempre es de tarde. En la tarde
Está naciendo el lucero.

Nunca se han visto la cara,
No se volverán a ver;
No se disputan haberes
Ni el favor de una mujer.

Al forastero le han dicho
Que en el pago hay un valiente.
Para probarlo ha venido
Y lo busca entre la gente.

Lo convida de buen modo
No alza la voz ni amenaza;
Se entienden y van saliendo
Para no ofender la casa.

Ya se cruzan los puñales,
Ya se enredó la madeja,
Ya quedó tendido un hombre
Que muere y que no se queja.

Sólo esa tarde se vieron.
No se volverán a ver;
No los movió la codicia
Ni el amor de una mujer.

No vale ser el más diestro,
No vale ser el más fuerte;
Siempre que muere es aquél
Que vino a buscar la muerte.

Para esa prueba vivieron
Toda su vida esos hombres;
Ya se han borrado las caras,
Ya se borrarán los nombres.


Al igual que su tocayo Jorge Manrique que tras la muerte de su padre escribió unas ya famosas coplas en Castellano un poco antigüo, Borges también se acordó de su padre elaborando la siguiente composición:


A mi padre
(De La Moneda de Hierro, 1976)

Tú quisiste morir enteramente. 
La carne y la gran alma. Tú quisiste 
Entrar en la otra sombra sin el triste 
Gemido del medroso y del doliente. 
Te hemos visto morir con el tranquilo 
Ánimo de tu padre ante las balas. 
La roja guerra no te dio sus alas, 
La lenta parca fue cortando el hilo. 
Te hemos visto morir sonriente y ciego. 
Nada esperabas ver del otro lado, 
Pero tu sombra acaso ha divisado 
Los arquetipos que Platón el Griego 
Soñó y que me explicabas. Nadie sabe 
de que mañana el mármol es la llave.


En la obra literaria de Jorge Luis Borges se puede apreciar una fijación en los espejos, tema al que recurre con frecuencia, y en los cuales parece sentirse transportado hacia otro mundo, hacia otras dimensiones. Esto lo podemos ver en el primer poema con respecto al tema de los espejos que se muestra a continuación:


Al espejo
(De La rosa profunda, 1975)

¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?
Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.

El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas
que somos y que abarcan nuestra suerte.

Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro, a otro…


Este es el siguiente poema de Borges que trata sobre el mismo tema:


El espejo
(De Historia de la noche, 1977)

Yo, de niño, temía que el espejo
Me mostrara otra cara o una ciega
Máscara impersonal que ocultaría
Algo sin duda atroz. Temí asimismo
Que el silencioso tiempo del espejo
Se desviara del curso cotidiano
De las horas del hombre y hospedara
En su vago confín imaginario
Seres y formas y colores nuevos.
(A nadie se lo dije; el niño es tímido.)
Yo temo ahora que el espejo encierre
El verdadero rostro de mi alma,
lastimada de sombras y de culpas,
El que Dios ve y acaso ven los hombres.


No es muy conocido el hecho de que Borges compuso un poema que tiene por título “México”. Este poema tal vez le interese a varios lectores porque no es fácil de encontrarlo con los motores de búsqueda de Internet usando como referentes las palabras Jorge Luis Borges y México, ya que si se hace tal cosa se arrojarán muchos resultados en los que en lugar de hacerse referencia a tal poema se hace referencia a una visita que Borges hizo a México o a homenajes que se le han hecho a Borges en México.


México
(De La moneda de hierro, 1976)

¡Cuántas cosas iguales! El jinete y el llano,
La tradición de espadas, la plata y la caoba,
El piadoso benjuí que sahúma la alcoba
Y ese latín venido a menos, el castellano.
¡Cuántas cosas distintas! Una mitología
De sangre que entretejen los hondos dioses muertos,
Los nopales que dan horror a los desiertos
Y el amor de una sombra que es anterior al día.
¡Cuántas cosas eternas!El patio que se llena
De lenta y leve luna que nadie ve, la ajada
Violeta entre las páginas de Nájera olvidada,
El golpe de la ola que regresa a la arena.
El hombre que en su lecho último se acomoda
Para esperar la muerte. Quiere tenerla, toda.

sábado, 26 de julio de 2014

La Amada Inmóvil



Una de las colecciones de poemas de más profunda inspiración fueron los poemas que el notable Amado Nervo, seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz (casi nunca es conocido por su verdadero nombre, sino por el seudónimo que él mismo seleccionó como su sello personal), compuso para reunirlos en un libro titulado La Amada Inmóvil, en recuerdo y homenaje de la que fue su inseparable compañera.

Se han seleccionado cuatro de los poemas que aparecen en dicho libro, esperando que sean del agrado de los lectores.

He aquí el primer poema:

La lección
(De La Amada Inmóvil)

Ya te acercas al final
tu lección está aprendida
y tu gema fue pulida
y dio rosas tu rosal.
Una esfera de cristal
es, por su unidad, tu vida.
Ya pasó la turbulencia
de tu atolondrado día.
Hay una melancolía
mansa y grave en tu existencia,
y cobra una transparencia
celeste tu poesía.
Goza, pues, tu atardecer,
con sosiego, sin temor.
Dile a tu amigo el dolor:
«¡Anda en paz, sombra de ayer!»
Y vuelve a Dios el amor
que pusiste en la mujer.
En ÉL está el embeleso
de la rubia y la morena;
en ÉL está la urna llena
de los deleites del beso;
ÉL es la fuente serena
e inmortal de todo eso...
De todo eso que encanta,
nuestra peregrinación;
de cuanta noble ilusión
nos reconforta, de cuanta
mental transfiguración
al éxtasis nos levanta.
Este mundo, ÉL lo pensó,
ÉL, saliendo de sí mismo,
la identidad del ABISMO
con formas diferenció.
ÉL la gran malla tejió
del espacio y del guarismo.
Y aunque es el DIOS ESCONDIDO
tras persistente capuz,
hay dos escalas de luz
que ÉL al alma le ha tendido:
LA ORACION... y aquel gemido
intercesor de la CRUZ.
No hay grito al que no responda,
ni angustia que le hable en vano.
Echa, espíritu, la sonda
de tu amor en este Arcano
del DIVINO AMO: ¡ cuán onda
su vastedad de océano!
¡Cuán bella su plenitud,
que ningún, alma es capaz
de medir! ¡Cuán eficaz
contra el dolor, su virtud!
¡Cuán inmensa su quietud!
¡Cuán misteriosa su paz!

. . . . . . . . . . .

Ya te acercas al final;
tu lección está aprendida
y tu gema fue pulida
y dió rosas tu rosal.
Una esfera de cristal
es, por su unidad, tu vida.


He aquí el segundo poema:

Hatha-Yoga
(De La Amada Inmóvil)

Yo tengo la voluntad
en ejercicio perpetuo:
esa voluntad que acaba
por mandar (si persevero)
a las almas de los vivos
y a las almas de los muertos.

La voluntad, que en la lucha,
en el noble vencimiento
de si mismo, a cada instante
va creciendo, va creciendo,
y al fin transporta montañas,
y al cabo enciendo luceros.

Yo tengo la voluntad:
con ella todo lo tengo,
pues Dios mismo sólo es
una voluntad sin término,
que exterioriza, penetra
y mantiene el universo.

Yo tengo la voluntad...,
mas no la gasto en terrenos
antojos, ni en procurar
privanzas, honras, empleos.
Mis alas suben más alto:
van lejos, mucho más lejos.
Mi reino no es de este mundo,
y he de llegar a mi reino.


He aquí el tercer poema:


La muerte, nuestra señora
(De La Amada Inmóvil)

La muerte, nuestra señora,
está llena de respuestas:
de respuestas para todos
los porqués de la existencia.

Silencio de los silencios
tal vez llamarla deberian;
mas, quien sabe interrogarla,
quien tiene fina la oreja,
escucha cosas muy hondas
en medio de las tinieblas.

Es una dama pálida
la Muerte; ¡mas tan serena!
con unos ojos inmensos
que miran de una manera...

Sobre sus hombros de mármol,
en que los besos se hielan,
cae en negros gajos fúnebres
la majestad de las trenzas.

¡Qué afiliadas son sus manos!
¡Qué seguras, qué expertas!
¡Cogen nuestra alma al morirnos
con una delicadeza!...

¡Qué maternal su regazo!
¡y qué benigna y que tierna
su boca, que nos dará,
en voz baja, las respuestas
a los porqués angutiosos
que torturan la existencia!


Y he aquí el cuarto poema:

La santidad de la muerte
(De La Amada Inmóvil)

La santidad de la muerte
llenó de paz tu semblante,
y yo no puedo ya verte
de mi memoria delante,
sino en el sosiego inerte
y glacial de aquel instante.

En el ataúd exiguo,
de ceras a la luz fatua,
tenía tu rostro ambiguo
quietud augusta de estatua
en un sarcófago antiguo.

Quietud con yo no sé qué
de dulce y meditativo;
majestad de lo que fue;
reposo definitivo
de quién ya sabe el porqué.

Placidez, honda, sumisa
a la ley; y en la gentil
boca breve, una sonrisa
enigmática, sutil,
iluminando indecisa
la tez color de marfil.

A pesar de tanta pena
como desde entonces siento,
aquella visión me llena
de blando recogimiento
y unción..., como cuando suena
la esquila de algún convento
en una tarde serena...


jueves, 12 de junio de 2014

Juventud, divino tesoro




¿Quién no ha escuchado alguna vez la frase “Juventud, divino tesoro”? Esta frase sin lugar a dudas se originó por vez primera en el poema que veremos a continuación (no me ha sido posible encontrar una referencia en la que tal frase haya sido usada previamente por otra persona) elaborado por Rubén Darío, considerado como el poeta del modernismo.


Canción del Otoño en Primavera
Rubén Darío

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una violenta pasión unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le maté, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón,
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar! 

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!

viernes, 30 de mayo de 2014

Una poetisa norteamericana fuera de serie



El 28 de mayo de 2014 falleció una de las poetisas norteamericanas más extraordinarias del siglo XX, la cual pese a haber sufrido experiencias terribles en su juventud que muchos serían incapaces de superar logró levantarse con sus propias alas para dejar tras de sí un legado que se le reconoció en vida.

A sus escasos 8 años, Maya Angelou fue violada por el entonces novio de su madre y su agresor fue golpeado hasta la muerte. Estos sucesos constituyeron un acto traumático que provocó a Maya un mutismo patológico. Esta etapa de su vida es relatada en su novela autobiográfica: I know why the caged bird sings (Sé por qué el pájaro enjaulado canta), publicada en 1970. En ella, relata su infancia al lado de su abuela puritana, la relación complicada con su madre y su embarazo siendo una adolescente soltera de 16 años. En plena situación de mudez descubre la vocación por el idioma. Permanece muda durante cinco años hasta que una profesora consigue que vuelva a hablar, tras convencerla de que solo podría apreciar las letras si es capaz de hablar nuevamente.

Al final de su vida quedó considerada como una de las mujeres más extraordinarias del siglo XX, y en casi todas sus obras denuncia el racismo, y exalta el valor, la perseverancia, la supervivencia y la autoestima propia.

En este rincón poético, dirigido a lectores del mundo de habla hispana, no se acostumbra hacer referencias a poemas que por estar elaborados en una lengua extranjera (en este caso, el inglés) posiblemente no serán comprendidos a cabalidad por quienes no han adquirido proficiencia en dicho idioma. Sin embargo, por esta ocasión, y por tratarse de quien se trata, se hará una excepción reproduciéndose uno de los poemas mejor conocidos de Maya Angelou, el poema “I know why the caged bird sings”, el cual fue la punta de lanza de su libro autobiográfico con el mismo título.


I know why the caged bird sings
Maya Angelou

The free bird leaps
on the back of the wind
and floats downstream
till the current ends
and dips his wings
in the orange sun rays
and dares to claim the sky.

But a bird that stalks
down his narrow cage
can seldom see through
his bars of rage
his wings are clipped and
his feet are tied
so he opens his throat to sing.

The caged bird sings
with fearful trill
of the things unknown
but longed for still
and his tune is heard
on the distant hill 
for the caged bird
sings of freedom

The free bird thinks of another breeze
and the trade winds soft through the sighing trees
and the fat worms waiting on a dawn-bright lawn
and he names the sky his own.

But a caged bird stands on the grave of dreams
his shadow shouts on a nightmare scream
his wings are clipped and his feet are tied
so he opens his throat to sing

The caged bird sings
with a fearful trill
of things unknown
but longed for still
and his tune is heard
on the distant hill
for the caged bird
sings of freedom.


Cualquier poesía, traducida a otro idioma, irrevocablemente pierde la rima que el autor le haya dado en la lengua original, pierde parte de la esencia. Sin embargo, ello no es excusa para no dar aquí una version en castellano de la obra cumbre con la que seguramente Maya Angelou sera recordada por generaciones futuras. Hela aquí (se advierte de antemano que el poema tiene varias metáforas de sentido profundo que hacen que, inclusive en ingles y tomando en cuenta las experiencias vividas por Maya Angelou, se tenga que reflexionar sobre sus dobles sentidos para que pueda ser entendido bien, al igual que un cuadro de Pablo Picaso que tiene que solo puede ser comprendido viéndolo una y otra y otra vez, cuantas veces sea necesario, hasta que sea comprendido):


Yo sé por qué el pájaro enjaulado canta
Maya Angelou

El pájaro libre salta
al lomo del viento
y flota viento abajo
hasta que cesa la corriente;
moja sus alas
en el naranja de los rayos de sol
y osa reclamar el cielo.

Pero un pájaro que acecha
en su jaula angosta
apenas puede ver tras
las rejas de rabia
sus alas están contraídas y
sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.

El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
mas ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.

El pájaro libre imagina otra brisa
y tenues vientos alisios entre árboles anhelantes
y los gruesos gusanos que aguardan en el pasto iluminado de alba
y designa al cielo como suyo.

Pero un pájaro enjaulado permanece inmóvil sobre la tumba de los sueños
grita su sombra en el clamor de una pesadilla
sus alas están contraídas y sus pies atados
y luego abre la garganta para cantar.

El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
mas ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.


Existen varios sitios en Internet a donde el lector puede acudir para escuchar el poema como es recitado en Inglés, lo cual se recomienda para poder apreciar la profundidad con la cual Maya Angelou podía percibir su entorno y la vida que giraba alrededor de ella. “El pájaro enjaulado canta con trino de miedo por las cosas desconocidas, pero aún con anhelo y se escucha su melodía en el lejano castro, el pájaro enjaulado canta a la libertad”, escribió Maya Angeloud. “El pájaro libre piensa en otra brisa, en un intercambio de suaves vientos a través de árboles suspirando y los gusanos de grasa en el césped esperando por un amanecer brillante y da nombre a su propio cielo”.

El poema anterior es el más conocido de la pluma de Maya Angelou, pero ciertamente no es el único. He aquí otro poema suyo que tal vez convenza a quienes aún no tienen elementos del idioma Inglés a tomar conocimiento de dicho idioma. Y por cierto, una ventaja de aprender idiomas es que podemos apreciar en su plena dimensión la inspiración original del autor cuando lo leemos o lo escuchamos en su propio idioma, como en el caso de Dante Alighieri, cuya poesía resultó tan extraordinariamente potente que incluso traducida fue capaz de vencer y sobreponerse a las barreras del idioma para transmitir algo que debe ser de esencia espiritual universal.


Still I Rise
Maya Angelou

You may write me down in history
With your bitter, twisted lies,
You may trod me in the very dirt
But still, like dust, I'll rise.

Does my sassiness upset you?
why are you beset with gloom?
'Cause I walk like I've got oil wells
pumping in my living room.

Just like moons and like suns,
With the certainty of tides,
Just like hopes springing high,
Still I'll rise.

Did you want to see me broken?
Bowed head and lowered eyes?
Shoulders falling down like teardrops.
Weakened by my soulful cries.

Does my haughtiness offend you?
Don't you take it awful hard
'Cause I laugh like I've got gold mines
Diggin' in my own backyard.

You may shoot me with your words,
You may cut me with your eyes,
you may kill me with your hatefulness,
But still, like air, I'll rise.
Does my sexiness upset you?
does it come as a surprise
That I dance like I've got diamonds
At the meeting of my thighs?

Out of the huts of history's shame
I rise
Up from a past that's rooted in pain
I rise
I'm a black ocean, leaping and wide,
Welling and swelling I bear in the tide.

Leaving behind nights of terror and fear
I rise
Into a daybreak that's wondrously clear
I rise
Bringing the gifts that my ancestors gave,
I am the dream and the hope of the slave.
I rise 
I rise 
I rise.
Maya Angelou


sábado, 15 de febrero de 2014

Poesía erótica

Aunque el título de esta entrada parezca atrevido, no vayan a pensar mis lectores por quienes tengo el más profundo respeto que he puesto aquí materiales que puedan ser considerados indecorosos. Los poemas que aquí se reproducen forman parte de una colección de poemas de Rubén Darío puestos en un libro precisamente bajo ese título, Poesía erótica. Se trata del mismo autor que compuso el poema clásico “Los motivos del lobo” que está puesto en otra entrada dentro de este rincón poético. A diferencia de lo que algunos de las nuevas generaciones desinhibidas pudieran esperar encontrar por lo que sugiere el título, la poesía erótica es la poesía del amor, la cual sin entrar en detalles explícitos deja mucho a la inspiración y algo a la imaginación. Tómese en cuenta que Rubén Darío pertenece a una generación en la que una mujer que usaba una falda mostrando sus pantorrillas por debajo de la rodilla era considerada una mujer disoluta e inmoral, y si mostraba su espalda con algún vestido de noche usado en una fiesta de gala se le tachaba de adúltera y pecadora en grado sumo. Los convencionalismos morales del ayer seguramente ocasionarían la risa en no pocos jóvenes de hoy.

En el libro citado, hay un prólogo elaborado por el conocido académico Alberto Acereda de Radford University en el cual observa entre muchas otras cosas lo siguiente: “La poesía erótica de Rubén Darío es el resultado de su amor por la vida y por la mujer, de su visión amorosa ante el arte, la belleza y el ideal, pero, a la vez, es consecuencia de una vida llena de desencantos sentimentales y de ciertos episodios que marcan fatalmente a Darío. El Eros vital de Darío queda reflejado, en definitiva, en un Eros poético de indudable valor lírico que es testimonio de un dolor angustiado de corte existencial, todo él mezclado con lo órfico-pitagórico y lo oculto. De mujer en mujer, Rubén Darío Goza, sin duda, de lo físico, pero su búsqueda se encamina a la unión con lo espiritual. El acto sexual se convierte casi en un sacramento de comunión con la enigmática divinidad y la mujer es medio para llegar al conocimiento del misterio”.

Sin mayores preámbulos, se reproducirá a continuación un poema que no es fácil encontrar en Internet, porque si se usa el solo título del poema como criterio único para llevar a cabo la búsqueda se arrojarán muchos resultados en los que la palabra no se usa como título sino como parte integral dentro de frases de poemas, y se usa en forma repetida de modo intenso. Incluso si se le agregan las palabras Rubén Darío a la palabra “ella” será raro encontrar los sitios Web que albergan el poema en virtud de que la palabra “ella” es una de las más usadas en muchos lugares y muchos poemas.




Ella

¿La conocéis? Es flor encantadora
que baña el rayo del naciente día;
ella robó sus tintes a la aurora
y mi alma la viste de poesía.

Ella vive en mi mente solitaria,
la veo en las estrellas de la tarde.
Es el ángel que lleva mi plegaria
cuando el sol en ocaso apenas arde.

En los cálices blancos de las flores
su aliento perfumado yo respiro,
la veo del oriente en los albores,
y doquiera mirándola deliro.

¿La conocéis? Es vida de mi vida,
del corazón la fibra más sonora;
ella, el perfume de mi edad florida;
mi luz, mi porvenir, mi fe, mi aurora.

¡Qué no hiciera por ella! Yo la adoro,
como el lirio a la linfa cristalina;
es ella mi esperanza, ella mi lloro,
mi juventud y mi ilusión divina.

Guardo su amor como el ensueño santo
de mi enlutada solitaria vida,
y le consagro misterioso canto
cual triste endecha de ilusión perdida.


He aquí el siguiente poema de Rubén Darío, un poco más explícito pero dejando prudentemente casi todo a la imaginación del lector:


Amada, la noche llega

Amada, la noche llega,
las ramas que se columpian
hablan de las hojas secas
y de las flores difuntas.
Abre tus labios de ninfa,
dime en tu lengua de musa:
¿recuerdas la dulce historia
de las pasadas venturas?
¡Yo la recuerdo! La niña
de la cabellera bruna,
está en la cita temblando,
llena de amor y de angustia.
Los efluvios otoñales
van en el aura nocturna,
que hace estremecerse el nido
en que una tórtola arrulla.
Entre las ansias ardientes
y las caricias profundas,
ha sentido el galán celos
que el corazón le torturan.
Ella llora, él la maldice,
pero las bocas se juntan...
En tanto los aires vuelan
y los aromas ondulan,
se inclinan las ramas trémulas
y parece que murmuran
algo de las hojas secas
y de las flores difuntas.


El tercer poema de Rubén Darío que se reproduce aquí tomado del libro Poesía erótica tiene por título “Florentina”, aunque es encontrado también en varios textos impresos bajo el título “Sobre el diván”:


Florentina

Sobre el diván dejé la mandolina
y fui a besar la boca purpurina,
la boca de mi hermosa Florentina.

Y es ella dulce y rosa y muerde y besa;
y es una boca rosa, fresa;
y Amor no ha visto boca como ésa.

Sangre, rubí, coral, carmín, claveles,
hay en sus labios finos y crueles
pimientas fuertes, aromadas mieles.

Los dientes blancos riman como versos,
y saben esos finos dientes tersos
mordiscos caprichosos y perversos.

Dulce serpiente, suave y larga poma,
fruta viva y flexible, seda, aroma,
entre rosa y blancor, la lengua asoma.

La florentina es sabia, y ella dice
que en ella están Helena y Cloe y Nice,
y Safo y Clori y Galatea y Bice.

Su risa es risa de una lira loca:
en el teclado de sus dientes toca
Amor la sinfonía de su boca.

Y ese cáliz hallé de mieles lleno,
y él el placer y el mal puso en mi seno,
y en él bebí la sangre y el veneno.